Don Simeón Peña Gómez camina entre los pinos de uno de los proyectos de forestación de la comunidad de Choaquere, en el distrito de Challhuahuacho, por donde también deambulan las vicuñas. Hasta el año 2015, se habían plantado 1,4 millones de árboles en 649 hectáreas.
ProInversión, Agencia de Promoción de la Inversión Privada, realiza los primeros acercamientos con las poblaciones en la zona minera. Empiezan los foros y audiencias públicas en el área de influencia, y se busca conocer la opinión de las comunidades sobre el proyecto minero. Se plantearon diecisiete condiciones de carácter social.
Pío Gallegos Farfán, expresidente de la comunidad de Choaquere, distrito de Challhuahuacho, cargando pasto de la mejor calidad. Una de las primeras acciones de Las Bambas en las comunidades fue desarrollar programas de pastos mejorados para el ganado y, de este modo, reducir la malnutrición que aquejaba a las personas.
Niños tocando quenas, pandereta y tambor en un centro del Programa de Recursos Educativos Las Bambas (PREB), en Choquecca, distrito de Tambobamba, en noviembre de 2012. Los PREB no solo buscan reforzar los conocimientos académicos sino, a la vez, incentivar los valores musicales y culturales de los escolares de Cotabambas y el distrito de Progreso, provincia de Grau.
La empresa Xstrata gana la licitación internacional de Las Bambas. De acuerdo con las bases del concurso, parte del dinero pagado se destina a crear el Fideicomiso Aporte Social Proyecto Minero Las Bambas, cuya finalidad es ejecutar proyectos que contribuyan a superar la pobreza extrema en la zona y mejorar la calidad de vida de sus habitantes.
Se desarrollan proyectos de mejoramiento de pastos y evaluación arqueológica junto con las comunidades de la zona. En convenio con el Ministerio de Educación, se refuerza la presencia de profesores en el área de influencia. Se constituye el Comité de Monitoreo Ambiental Participativo, con representantes de las comunidades, para supervisar las tomas de muestras de agua, aire, etc.
La instrucción formal para los fuerabambinos ha cambiado en los últimos diez años, pues se han reforzado tanto la infraestructura como la calidad educativa. En la imagen, estudiantes de inicial en la Institución Educativa de Nueva Fuerabamba, cuyo primer año lectivo fue en 2015 y que también contempla los niveles de primaria y secundaria.
Febrero. Se empieza a ejecutar veintiún proyectos vinculados con electrificación, agua y saneamiento, carreteras, educación y salud, en las provincias de Cotabambas y Grau, gracias a los recursos del Fideicomiso Aporte Social Proyecto Minero Las Bambas. Se inician trabajos de forestación, impulsados por Las Bambas.
Se da inicio al proceso de levantamiento de la línea base ambiental de Las Bambas, un registro de la situación social y del entorno natural, que constituye el pilar del estudio de impacto ambiental. El proceso se realizó durante los años 2006-2008, con la intención de recoger información tanto de las épocas húmedas como de las secas en el área de influencia.
Una actividad de promoción de la higiene bucal entre los menores en la entrada de la Institución Educativa de Nueva Fuerabamba, en mayo de 2016.
Canto y solaz en el espacio radial Warmachakunaq Rimaynin (Hablan los niñitos), emitido por Radio Surphuy los sábados de 9 a 10 de la mañana. Allí cuentan historias, hablan sobre sus costumbres locales e informan sobre el trabajo que realizan dentro y fuera de las aulas. En otras palabras, hacen escuchar sus voces.
La señora Irene Yucra de la comunidad de Choaquere, en el distrito de Challhuahuacho, con parte de su ganado vacuno, el cual ha aumentado en las últimas dos décadas en la provincia de Cotabambas. En 1994, había 33.115 cabezas de ganado, que para 2012, se habían incrementado a 41.638.
Flamante luz eléctrica en un hogar de Chaccaro, en el distrito de Tambobamba. En 1993, el 93,7 por ciento de las viviendas de Cotabambas y el 80,7 por ciento de las de Grau no contaban con este servicio. Desde entonces, el vuelco hacia la electrificación ha sido significativo.
Se retoman las negociaciones entre representantes de Las Bambas y los comuneros de Fuerabamba sobre el proceso de reasentamiento. En las comunidades de Pamputa, Huancuire y Chicñahui, se inauguran los primeros telecentros para aplicar las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) y potenciar las capacidades de aprendizaje de los jóvenes.
En el fundo Yavi Yavi se elaboran quesos con la leche del ganado vacuno de los pobladores de Nueva Fuerabamba
Febrero. Se selecciona por primera vez a jóvenes para el Programa de Formación de Carreras Técnicas Profesionales, dentro del programa Yachay Watakunapaq (Aprendiendo para el Futuro). En julio, se lanza el Programa Piloto de Emprendedores en Hotelería y Alimentación.
Mayo. Se realiza el Primer Concurso de Danzas Folklóricas Hamuy Tusumusun (Ven, Vamos a Bailar), con la participación exitosa de comunidades campesinas de las provincias de Cotabambas y Grau. Con presencia de los delegados del Centro para el Monitoreo Ambiental, representantes del Ministerio de Energía y Minas, del Ministerio de Agricultura, de la Municipalidad Provincial de Grau, de las municipalidades de Coyllurqui y Progreso, y del equipo multidisciplinario de Medio Ambiente y Relaciones Comunitarias de Las Bambas, se presenta el informe de resultados del estudio de línea base para la comunidad de Challhuahuacho.
Pequeña empresaria frente a su bodega en Challhuahuacho. Antes del auge minero, muchos productos llegaban a través de arrieros y mulas. Ahora llegan en camiones desde los principales centros comerciales del sur andino.
En el Perú, el canon minero asegura que las regiones donde se explotan recursos naturales reciban el 50 por ciento de los impuestos tributados por la empresa. Un nuevo mecanismo, conocido como “endeudamiento interno”, permite disponer de un adelanto de ese dinero incluso antes de que la mina empiece a operar. Así, la Región Apurímac viene invirtiendo desde 2013 en infraestructura, educación y saneamiento, entre otros ámbitos, gracias al dinero que generará Las Bambas en la etapa de operación.
Entre 2013 y 2014, el Gobierno nacional ha asignado a los distritos de la provincia de Cotabambas 60 millones de dólares, que sumados a otros aportes en la Región Apurímac, totalizan el equivalente a 160 millones de dólares, aproximadamente, para la ejecución de importantes proyectos priorizados por las autoridades locales.
Apurímac es la primera región del Perú donde se ha implementado esta modalidad de financiamiento público.
Una mujer muestra el ch’umpi (faja que se usa a la cintura) tejido con el awa o telar. Estos trabajos textiles, que realizan los yanawara, se basan en los pallay, figuras geométricas y simbólicas que dotan de arte y maestría a los ponchos, chalinas, mantas (llixlla) y frazadas, entre otros.
Un grupo de camiones sube hacia Ccapacmarca, provincia de Chumbivilcas, con dirección a Challhuahuacho. En el último decenio, se han reafirmado los caminos e incrementado el tránsito, por lo que se incentiva la seguridad en las carreteras.
Trabajo de soldadura durante la construcción de la planta concentradora de Las Bambas, junio de 2015.
Para ser un distrito que contó con electrificación recién en 1994, Challhuahuacho ha cambiado mucho. Hoy, gracias a la llegada de la minería responsable a la zona, es una ciudad conectada a la red vial, donde abundan los edificios de cuatro o cinco pisos, y que cuenta con hoteles, restaurantes, negocios de alquiler de maquinaria pesada, farmacias, ferreterías, cabinas de internet, y un largo etcétera.
Además, Las Bambas ha impulsado proyectos de educación y salud, y el Estado peruano se ha encargado de darles sostenibilidad.
También es notorio el incremento del movimiento económico: antes, el evento comercial más importante en Challhuahuacho era la feria regional de la comunidad campesina de Queuña, en la que se intercambiaban productos mediante trueque. Los arrieros de llamas venían desde Chivay, en la Región Arequipa, y traían comestibles como higo seco para intercambiarlos por chuño. Hoy, Challhuahuacho es una ciudad que comercia todos los días en grandes cantidades, y que enfrenta los desafíos de una urbe en crecimiento. Por ello, el Ministerio de Vivienda, en convenio con la municipalidad distrital y con el apoyo de Las Bambas, ha entregado ya un plan de desarrollo urbanístico para el distrito.
El crecimiento continúa.
Junio. Representantes del Instituto Superior Tecnológico Público de Challhuahuacho y Las Bambas firman un convenio para que los mejores estudiantes realicen prácticas preprofesionales en la empresa minera.
Julio. Luego de un exhaustivo proceso de participación ciudadana, se llevó a cabo la audiencia pública del estudio de impacto ambiental del proyecto en Challhuahuacho, donde participaron más de 5.000 personas.
Septiembre. Radio Surphuy, “La voz de todos”, inicia sus transmisiones en Cotabambas.
Juan Podestá, socio-propietario, con sus trabajadores en la empresa metalmecánica SINAR de Challhuahuacho, que da servicios de torno y prensa para acero a la operación desde 2015. Esta empresa forma parte del Programa de Empresarios de Clase Mundial de Las Bambas.
Pinos en el vivero forestal de la comunidad de Chila, en el distrito de Challhuahuacho. El nombre de este poblado proviene de ch’ila, que significa “duro, resistente” en quechua, y que sus comuneros autodefinen como “guerrero”. El empuje de sus pobladores también se ha demostrado en las tareas del programa Kuska Llank’asun, en el que han sembrado y cercado más de 70 hectáreas de pinos.
Enero. En asamblea pública, los fuerabambinos aprueban el proceso de reasentamiento y se cierra una etapa de conversaciones de varios años.
Julio. Radio Surphuy organiza el primer taller Comunicación y desarrollo para comunicadores rurales en los distritos de Tambobamba, Haquira y Challhuahuacho.
El PREB se amplía y llega a las comunidades de Chila, Choaquere y Quehuira.
Comienza a implementarse Kuska Llank’asun (Trabajemos Juntos) en las comunidades de Choaquere y Chila, con ejecución de Cáritas Chuquibambilla y financiamiento de Las Bambas. Además, se inicia un proyecto de alfabetización en comunidades ubicadas en los distritos de Coyllurqui, Challhuahuacho y Tambobamba, para fortalecer las capacidades de lectoescritura y pensamiento lógico-matemático de más de trescientos comuneros.
Julio. Se instala una mesa de trabajo de un año entre representantes del gobierno local y el gobierno central para promover proyectos de desarrollo. Las Bambas se compromete a brindar apoyo técnico a los gobiernos locales para la elaboración de proyectos.
Cultivos de papa a pocos días de la cosecha de mayo. Estos pertenecen a la Asociación de Productores de Papa Nativa Qhachun Waqachi de Yuricancha, distrito de Mara. Se encuentran retratados Alejandro Saldívar, vocal de esta organización, y Walter Huillca, fiscal de la misma. Trabajan con el Área de Desarrollo de Empresarios Locales de Las Bambas, y a la fecha, producen cien toneladas de papa al año.
En 2013, se comenzó a trasladar el ganado al fundo Yavi Yavi, en el distrito de Colquemarca (provincia de Chumbivilcas, en la vecina Región Cusco), donde Las Bambas asesora a los fuerabambinos en el mejoramiento genético de sus animales.
En las 3.610 hectáreas del fundo Yavi Yavi pastan las ovejas criollas y corriedale de los pobladores de Nueva Fuerabamba. Allí trabajan hoy alrededor de 60 pastores.
La comunidad de Fuerabamba en su nueva ubicación. Pasó de ser un poblado rural organizado en trece anexos a un suburbio del distrito de Challhuahuacho en el que se han adoptado costumbres más citadinas.
La ciudad de Challhuahuacho en mayo de 2015. Challwa es “pez” en quechua, mientras que wach’uy es “abrir surcos” o “surcar”. Por lo tanto, significa “el surco de los peces” o “donde surcan los peces”.
Ronda de baile antes de la corrida de toros por Fiestas Patrias en Cotabambas, capital del distrito con el mismo nombre, en julio de 2015.
“Trabajo de hormiga” es la expresión coloquial que denomina cierta manera de hacer las cosas para alcanzar un objetivo: una manera que es minuciosa, paciente, disciplinada. Así describen en Las Bambas el trabajo de relacionamiento realizado. Las comunidades campesinas del área de influencia directa de la mina se encuentran dispersas en una geografía desigual, cuyos niveles de desarrollo eran mínimos a inicios del siglo XXI. Este ha sido el escenario en el cual Las Bambas se ha dedicado, desde un inicio, a construir un vínculo sólido con la población.
En el marco de la licitación de Las Bambas, se definieron diecisiete condiciones de carácter social para dar en concesión el proyecto minero. Fue “todo un reto, por lo que muchos se preguntaban qué inversionista estaba dispuesto a asumirlas”, se lee en el libro Las Bambas, un modelo de desarrollo sostenible, publicado por ProInversión en 2005.
Las Bambas asumió como compromiso aquellas que correspondían al optante (ganador de la licitación), y las otras son responsabilidad del Estado peruano.
En 2004, gracias al Fideicomiso Aporte Social Proyecto Minero Las Bambas, se empezó a financiar proyectos de desarrollo en la provincia de Cotabambas y en el distrito de Progreso, provincia de Grau. Para el año 2006, se ejecutaban veintiún proyectos vinculados a electrificación, agua, saneamiento, carreteras, educación y salud, entre otros.
Domingo Drago, vicepresidente de Asuntos Corporativos de Las Bambas, recuerda que la primera dificultad que se presentó en el campo fue que muchos de los pobladores no tenían aún el Documento Nacional de Identidad (DNI). Resultaban, por tanto, invisibles para el Estado. “Hubo que promover muchas campañas con el RENIEC [Registro Nacional de Identificación y Estado Civil del Perú] para inscribir a la gente”, afirma. Al mismo tiempo, “comenzamos a dar oportunidades de capacitación en diversas tareas, sobre todo no calificadas, y de la mano de oportunidades de empleo temporal que se generaban”. En ese entonces, la gran mayoría de la población del área de influencia vivía en una situación de pobreza o pobreza extrema.
El salto que ha dado la región es abismal: desde el año 2007, Las Bambas ha realizado directamente una gran inversión en proyectos en las comunidades de su área de influencia. Esta inversión es visible hoy en las mejoras en las carreteras, escuelas, edificios comunales y centros de salud que han ido desarrollándose en las provincias de Cotabambas y Grau, así como en las casas comunales e iglesias, en la infraestructura para el tratamiento de agua, en la promoción de nuevos negocios, en la capacitación laboral a los jóvenes, y en los programas de reforestación y promoción de la cultura local.
Un ejemplo del trabajo realizado es el Programa de Recursos Educativos Las Bambas (PREB), que se creó en el año 2006. Se trata de un esfuerzo ambicioso, pues busca incrementar los niveles de aprendizaje de niños y niñas en una región donde el analfabetismo registra niveles bastante altos. De hecho, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) del Perú, hacia el año 2007, el 33,2 por ciento de los cotabambinos no sabían leer ni escribir. El PREB da acceso a herramientas y tecnologías de la información y la comunicación, y además, forma a promotores locales. De esta manera, complementa y fortalece los conocimientos en materias escolares y las habilidades sociales de los participantes.
“Ni conocíamos [las] computadora[s] y ahora ya conocemos”, cuenta el señor Hilario Sueldo, expresidente de la comunidad de Choquecca, en el distrito de Tambobamba. “En educación, no había nada, pero ahora estamos apostando por [ella] [...] y estamos mejor”, añade.
Ya hacia finales de 2015, el PREB se desarrollaba en 19 lugares de la zona, entre comunidades, barrios y anexos, y beneficiaba a más de 3.000 niños y adolescentes. Roger Escalante, responsable del PREB-Challhuahuacho, señala que la capacitación incluye a los docentes. “El programa se enfoca también en la participación activa de los docentes y padres de familia […] de manera que se convierta en un programa sostenible en el tiempo”.
El programa es especialmente popular entre los niños de primaria, quienes a partir de la 1 o 2 de la tarde utilizan los locales habilitados con computadoras, útiles, mobiliario y libros, para reforzar cursos como Matemáticas y Comunicación Integral. Don Hilario cuenta que a su hija, estudiante de secundaria, “bastante la han apoyado [...] [con] los números difíciles”.
Markaphuchunku, Huancuire, Hachayocpata y Muyucorral son los nombres de los sitios arqueológicos y coloniales con valor patrimonial en cuya preservación ha participado Las Bambas. Estos sitios se ubican en la cuenca de Fuerabamba, en el área de influencia de la operación. En 2014, se realizaron en ellos levantamientos topográficos, excavaciones arqueológicas y acciones de conservación preventiva por primera vez. En las excavaciones arqueológicas, participaron equipos profesionales de Las Bambas y miembros de las comunidades aledañas, y el trabajo permitió recuperar objetos prehispánicos tanto de cerámica como de cobre, lo cual demuestra, nuevamente, que la minería tiene presencia ancestral en este lugar. “Toda esta zona es netamente minera”, apunta el historiador Claudio Vilca.
Trabajos como estos forman parte de la política de preservación de la cultura que ejecuta Las Bambas.
Una de las chullpas de Markaphuchunku, centro arqueológico prehispánico en el sector Amayccasa, desde el cual se avistan la ciudad de Challhuahuacho y el complejo minero Las Bambas. Las puertas de estos recintos siempre se ubican al este y reciben los primeros rayos solares del amanecer.
Don Hilario es padre de siete hijos: el menor de ellos tiene siete años y el mayor veintitrés, y todos han participado del PREB. Allí, “los profesores apoyan, los estudiantes sacan datos para sus tareas y resuelven; ven libros, computadoras”. El programa no solo sirve a niños y adolescentes, sino a los padres de familia, pues ayuda a que mejoren sus capacidades de lectoescritura. Además, han aprendido a usar programas de procesamiento de texto en la computadora. El PREB también busca mantener viva la cultura local y acercar a los yachaq o sabios a los padres y sus hijos, con el fin de transmitirles conocimientos y costumbres ancestrales.
Un actor importante en el proceso de relacionamiento y promoción de la cultura es Radio Surphuy, el medio de comunicación más popular de la provincia de Cotabambas, también iniciativa de Las Bambas. Concursos como Canto a mi Cotabambas, convocado por primera vez en 2012, han capturado la atención de niños y niñas del PREB, cuyas voces han llegado a multitud de comunidades gracias a las ondas radiales. En 2012, el PREB de la comunidad de Choaquere se alzó con el primer puesto en este concurso.
En 2013, Radio Surphuy también organizó la primera edición de Llaqtanchis Takiynin (El Cantar de Nuestro Pueblo), un concurso de canto y música tradicional para promocionar y difundir melodías autóctonas y tradicionales de Cotabambas y Grau. Un público expectante tuvo la oportunidad de escuchar a un total de veinticuatro agrupaciones.
“Desde el principio, pusimos la radio al servicio de la comunidad, sin hacer mención a la empresa”, dice Juan Cari, superintendente de Comunicaciones de Las Bambas, y la palabra ‘servicio’ es clave. Por ejemplo, hasta el año 2010, no había telefonía en el área de influencia de la mina, excepto un único punto en Challhuahuacho al cual llegaba la señal celular, y que la gente apodó “la central telefónica”. “Uno tenía que ubicarse en un lugar específico de la plaza [para captar la señal]. Te comunicabas con Cusco, Arequipa, había cola”, recuerda Cari, uno de los fundadores de Radio Surphuy. Con el apoyo de Las Bambas, a finales de junio de ese año, llegó la telefonía celular al distrito de Haquira, y luego, en septiembre, se inauguró el servicio en Challhuahuacho. Esto facilitó la comunicación y conexión entre los oyentes y la emisora.
La aparición de Radio Surphuy generó un fenómeno interesante: los pobladores ya no tenían que ir desde sus casas a otras radios comunitarias para enviar sus saludos o hacer anuncios. Desde ese momento, cuenta Cari, “nos timbraban y nosotros devolvíamos la llamada. [Nos decían] ‘Inge [apócope de “Ingeniero”, una forma de tratamiento muy común en la zona], quiero hablar por la radio’, y nosotros los pasábamos al aire. ‘Inge, no tengo saldo, llámeme’”, recuerda que decían.
Otros ejemplos notables de la labor de Las Bambas son los programas de capacitación T’ikariy Wiñaypaq (Florece por Siempre) y Yachay Watakunapaq (Aprendiendo para el Futuro), implementados entre los años 2008 y 2014. Entre sus beneficiarios, se encuentran jóvenes cotabambinos capacitados en especialidades como operación y mantenimiento técnico, confección y bordado, tejido, carpintería, hotelería y cocina, desarrollo agropecuario, construcción, conducción de vehículos, topografía, soldadura y computación.
Benigno Casani, del distrito de Haquira, ha sido beneficiario de Yachay Watakunapaq. Actualmente, opera una excavadora con capacidad para más de 100 toneladas de carga. “Lo que más me gusta de trabajar en Las Bambas es que tengo la oportunidad de seguir aprendiendo, porque los instructores y trabajadores orientan nuestra formación”, dice. “Mi mayor motivación para seguir trabajando es cambiar el rostro de pobreza que existe en esta zona del país”.
El nombre de esta radio —tomado de la flor andina que adorna los sombreros de los cotabambinos durante la concurrida fiesta del t’ikapallana— habla también de su estilo de comunicación. Surphuy ha sido siempre una radio comunitaria antes que “institucional”, y su señal es “un elemento catalizador entre empresa y comunidad”, como apunta Juan Cari. “La población sabe que la radio es parte de la compañía, pero al mismo tiempo, sabe que la radio está a su servicio”.
De hecho, buena parte de su programación funciona bajo la política de “teléfonos abiertos”, donde se reciben todas las llamadas. Las emisiones, en quechua y en castellano, cubren temas agrícolas y de interés familiar, noticieros y musicales, y son parte fundamental de muchas iniciativas de Las Bambas. Los concursos de música y su preocupación por preservar los mitos y leyendas de la zona, así como sus campañas de difusión de valores, han hecho de este medio el más popular de Cotabambas.
El lema de Surphuy es “La voz de todos”, y Guillermo Recharte, uno de sus conductores emblemáticos, valora el servicio que prestan a los oyentes, quienes desean “saludar a su gente, hacerse escuchar… Hay también autoridades que desean hablar. Hay noticias, ya sea del comisario, del gobernador, del centro de salud, del comunero que necesita una ayuda o [a quien] se le han perdido sus animales. Incluso ha sido posible encontrar a un niño extraviado en una oportunidad”. Esta radio busca servir, y lo hace de manera ejemplar.
“La empresa ha cumplido en decir que todos vamos a tener oportunidad de trabajar: jóvenes, personas de la tercera edad, viudas”.
Milagros Sanabria Aguilar, pobladora de Chila
Las Bambas creó el programa de alfabetización Kuska acharisun Wiñaypaq – Kuyawi (Aprendamos Juntos para la Vida). En la imagen, dos adultos aprenden a leer y escribir en la comunidad de Pumamarca, distrito de Tambobamba.
Unos 2.450 jóvenes de distintos distritos se han capacitado gratuitamente a través de estos programas; algunos de ellos trabajan hoy en Las Bambas o para diferentes contratistas. Otros han creado sus propias empresas.
“Desde 2007, trabajo en Las Bambas, y he visto tantos cambios… tantos… Cierro mis ojos y recuerdo la [...] pobreza extrema de los pobladores de la zona”, escribe Gerardo Pomar, extrabajador de Las Bambas, quien ganó el concurso Historia de progreso, que organizó MMG a nivel corporativo a finales de 2014. “El medio de transporte era el caballo, y para otros, solo sus piernas”, continúa. “Mas luego, ocurrió algo novedoso, y es que los pobladores empezaban a movilizarse en bicicletas, las cuales dieron paso a motocicletas, y en la actualidad, ya poseen vehículos motorizados”.
Ese es otro cambio importante para la zona. Ahora existe infraestructura vial, la cual ha facilitado la aparición de nuevos medios de transporte. “Ya nos hemos olvidado hasta de [los] caballos”, afirma el señor Adriel Saldívar, de la comunidad de Arcospampa, en el distrito de Mara. “Con la mejora de las carreteras se ha incrementado [el número de] carros, combis, camiones”, continúa. Ello ha permitido mejorar notablemente la comunicación de la zona con otros lugares y traer nuevas oportunidades a sus habitantes.
“Antes de la presencia de la mina, había bastante abandono, pobreza”, dice Carlos Peñalva, poblador de Haquira. “No había vías de comunicación; [estaban] totalmente mal atendidas. Por eso, los viajes también se hacían en dos días, tanto [a] Arequipa [como a] Cusco; por ejemplo, los productos que acá se cultivaban no tenían mucho valor”.
“Realizar las mejoras en la carretera implicó obtener el consenso y la aceptación de las comunidades”, afirma Luis Rivera, exvicepresidente de Operaciones de Las Bambas. “El transporte terrestre permite crear cadenas de valor inmediatas en los pueblos y comunidades aledaños”, continúa.
No hay desarrollo sin infraestructura. En estos años, se han ejecutado, a través del FOSBAM, dieciséis proyectos viales, que incluyen la creación o mejora de carreteras y puentes. La carretera Colca-Kutuqtay, por ejemplo, se culminó en 2014, e incluye un puente que permite conectar la provincia de Cotabambas con la ciudad de Cusco en solo cuatro horas. Y la llamada “Transversal de Apurímac” conecta directamente a Challhuahuacho, el distrito más cercano a la mina, con la capital de la región, Abancay.
Un ejemplo muy claro de estos cambios es casualmente el de Challhuahuacho. Antes de la licitación de Las Bambas, se trataba de un distrito esencialmente rural con relativamente pocos habitantes. En la década de 1950, el viaje desde Cusco tomaba cuatro días. “Era una travesía”, dice Teófilo Silva Farfán, profesor y músico del lugar. Hoy en día, un viaje desde esta zona a la ciudad de Cusco dura entre ocho y nueve horas en bus o camión, y a la ciudad de Arequipa, más o menos lo mismo.
Hace unos pocos años, en Challhuahuacho solo había electricidad en el casco urbano, y los servicios básicos eran muy limitados. Hoy, es una ciudad en crecimiento que atrae a trabajadores de todo el país. De hecho, puede hablarse de una urbe en auge, en la que uno encuentra a “los mejores comerciantes de Cusco, de Puno, de todo el Perú”, como apunta el periodista Ángel Villafuerte. “Hay mucha gente que ha venido en los últimos diez años […], y se han comprado terrenos”, añade el profesor Silva Farfán.
Gerardo Pomar escribe lo siguiente en su texto Las Bambas: sinónimo de progreso: “Pude ver personas muy humildes, que sin tecnología alguna labraban el campo. Y entonces llegó Las Bambas, y se fueron transformando. [Incluso,] con asombro y gusto, fui testigo de cómo algunos de mis amigos campesinos se fueron convirtiendo en empresarios”.
Las Bambas contribuye al crecimiento del empresariado cotabambino, y lo hace a través de programas dirigidos a iniciativas rurales y urbanas. Tanto en el Programa de Cadenas Productivas como en el Programa de Empresarios de Clase Mundial, Las Bambas ayuda a los beneficiarios —cerca de doscientas empresas de su área de influencia— a insertarse en un círculo virtuoso en el que se identifican oportunidades de negocios, se fortalece a las empresas locales, se les articula comercialmente y se les promueve a través de ferias y ruedas de negocios.
Luis León, superintendente de Desarrollo de Empresarios Locales de Las Bambas, cuenta que está en marcha un proyecto piloto de comercialización y exportación de maca, una planta medicinal originaria de los Andes peruanos, así como de chuño blanco o moraya (un producto derivado de la papa), con asistencia de la Comisión de Promoción del Perú para la Exportación y el Turismo (PromPerú).
“Ha sido muy gratificante el trabajo con los productores rurales porque se han dado cuenta [de] que el tema empresarial supone a veces un esfuerzo que va más allá de sus competencias”, afirma León. “La asesoría empresarial es importantísima”. Menciona el caso de la Asociación de Productores de Papa Nativa Qhachun Waqachi (que significa literalmente “papa que hace llorar a la nuera”: una variedad que se usa en rituales de casamiento), en la comunidad de Yuricancha, distrito de Mara. Dicha asociación firmó, en 2013, un convenio para abastecer mensualmente de ocho toneladas de papa de la variedad canchán a la contratista encargada de la alimentación en los campamentos de Las Bambas. “Los tuvimos que preparar [...]; ellos captaron [cuál era] la naturaleza de una entrevista comercial y eso ha llevado a que sus ventas se hayan incrementado”, afirma. De hecho, en mayo de 2015, realizaron convenios para destinar papas de las variedades chaska y canchán a diversos restaurantes de Challhuahuacho. “Tres meses atrás, no tenían un televisor, y ahora sí tienen, con cable satelital, y acceso a internet para poder revisar las órdenes de compra que [les] llegan todas las semanas”, añade.
Nuevamente, Radio Surphuy es parte de esta iniciativa. El programa Compitiendo, que se transmite los días jueves (con repetición los domingos), promueve no solamente negocios relacionados con la agricultura, sino con rubros como la metalmecánica, la tornería, el transporte, la ferretería y la carpintería. Muchos de estos negocios se han convertido en proveedores de la mina, y para 2016, se planea incorporar otros quince negocios a estos programas.
Quien ha vivido en la zona entiende esta sensación de cambio. Y no se trata únicamente de cambios en infraestructura y movimiento económico, sino también en asuntos como la sanidad animal, cuyo primer programa se inició muy tempranamente, en el año 2006. El Programa de Sanidad Animal de Las Bambas buscó incrementar el tiempo de vida productiva del ganado, así como la calidad y cantidad de producción, y mejorar el índice de fecundidad. Solo entre los años 2006 y 2009, se desparasitaron 22.000 ovinos, 8.000 vacunos, 2.000 camélidos y 1.800 equinos; se implementaron 9 botiquines veterinarios; y se produjeron 12 toneladas anuales de lana esquilada. En última instancia, el objetivo fue, por supuesto, lograr mejoras en la economía de los vecinos de la zona.
Hay también un eje nítido de promoción de la cultura. Uno de los compromisos de Las Bambas se refiere al “Respeto a la cultura y costumbres locales, y fundamentalmente, a los derechos humanos”, y se cumple en todo momento.
Además de los concursos de canto y música, y de la promoción cultural a través de Radio Surphuy, Las Bambas ha organizado concursos de danza como Hamuy Tusumusun (Ven, Vamos a Bailar), convocado por primera vez en mayo de 2008. En esa ocasión, participaron 36 comunidades —de los distritos de Challhuahuacho, Tambobamba, Coyllurqui, Mara, Haquira, Progreso y Huayllati— y 10 elencos pasaron a la gran final. Los de las comunidades de Callao, del distrito de Haquira, y Cconccacca, del distrito de Progreso, obtuvieron el primer y el segundo lugar, respectivamente.
Estos concursos forman parte de la política cultural impulsada por Las Bambas.
Es claro el papel que desempeña Las Bambas en la región. Sus iniciativas contribuyen al desarrollo económico y cultural, y funcionan no solo de manera directa, sino también a través de otras instituciones. Tal es el caso de la institución católica Cáritas, la cual ejecuta, junto con Las Bambas, el programa Kuska Llank’asun (Trabajemos Juntos), que busca mejorar la calidad de vida de los vecinos de las comunidades de Chila y Choaquere, en el distrito de Challhuahuacho. Financiado por Las Bambas, este programa contempla líneas como la mejora del ganado ovino, liderazgo y fortalecimiento organizacional, salud y nutrición infantil, forestación y medio ambiente. Solo en Choaquere, “se han sembrado entre 30.000 y 45.000 pinos”, como afirma el señor Simeón Peña Gómez, quien vive en esta comunidad con su esposa y una hija. El trabajo de siembra lo realizó íntegramente la comunidad, algo que él comenta con orgullo. “Todo logro es sacrificio”, afirma.
Challhuahuacho, una nueva ciudad
Cuando alcance su plenitud, este bosque de pinos activará la economía local: la madera se usará en artesanía y carpintería, e incluso se podrán vender los desperdicios a las fábricas de papel.
En Choaquere, como en muchos otros poblados del área de influencia de Las Bambas, las nuevas oportunidades contribuyen al retorno de quienes alguna vez migraron. Esto se evidencia en las edificaciones: nuevas casas de ladrillo y calamina conviven junto a otras de adobe y techo de paja ichu. Las viviendas más tradicionales, como la de don Simeón, tienen cueros de oveja colgados del techo. “Nuestra meta es convertir esta zona en forestal”, añade, y menciona la idea que existe de transformarla en un “pequeño Porcón”, en referencia a la exitosa comunidad de este nombre ubicada en la Región Cajamarca, en la sierra norte del Perú, donde el bosque ha generado desarrollo económico. Los pinos, por ejemplo, favorecen el crecimiento de hongos que son muy solicitados por las cocinas de Lima.
Es evidente que ha comenzado un cambio en la región. A la fecha, por acción directa de Las Bambas, se han plantado 1,4 millones de árboles en más de 649 hectáreas bajo sistemas de macizos forestales y 257 hectáreas bajo sistemas agroforestales. Y existe el compromiso de sembrar un total de 6 millones de árboles hasta el final de la vida operativa de la mina. Los programas de forestación impulsados por Las Bambas beneficiaron, entre 2010 y 2015, a más de 11.000 pobladores de 34 comunidades del distrito de Challhuahuacho. El monto de la inversión superó los 6 millones de dólares.
“Challhuahuacho y Nueva Fuerabamba están siendo protagonistas y buscando una vida más promisoria”, apunta el periodista Ángel Villafuerte. Un claro ejemplo de ello es Nueva Fuerabamba, la urbanización más reciente de la provincia.
Como resultado del reasentamiento de la comunidad de Fuerabamba para la construcción del tajo minero, sus habitantes se trasladaron a Nueva Fuerabamba y recibieron diversos beneficios en los últimos años. Nuevas casas de material noble —inmuebles de tres pisos con balcones, diseñados de común acuerdo— reemplazaron a sus antiguas viviendas de adobe. Los lineamientos de la urbanización, incluida su ubicación entre las comunidades de Chila y Choaquere, fueron acordados por la población en su conjunto.
El reasentamiento de Fuerabamba a Nueva Fuerabamba es uno de los trabajos de relacionamiento más complejos emprendidos en el Perú por una empresa minera. En algún momento, Las Bambas contó con un gran equipo de relacionistas que laboraban exclusivamente para concretar acuerdos y ejecutar talleres con esta comunidad campesina que vivía en pobreza extrema y comerciaba, en buena parte, a través del trueque. Casi todos los relacionistas involucrados en este proceso hablaban quechua y tenían experiencia en proyectos de desarrollo.
Nueva Fuerabamba cuenta con un asilo para ancianos, una plaza de Armas, una capilla, un colegio, un salón comunal, un mercado, un ruedo para celebraciones taurinas y un estadio. La urbanización también tiene un centro de salud donde la atención es completamente gratuita. El centro ofrece servicio digital de rayos X, de laboratorios, de ecografías, odontológico, psicológico y de nutrición, de crecimiento y desarrollo infantil, de pediatría, de vacunas, y de obstetricia y ginecología, entre otros, con el soporte de equipos de última generación.
La implementación del Centro de Salud de Nueva Fuerabamba, inaugurado en agosto de 2014, se ha dado en paralelo a campañas de exámenes médicos y de atención dental para adultos y niños, entre otras iniciativas. La nueva edificación cuenta también con salas de parto, y las mujeres pueden dar a luz de manera vertical —a la usanza ancestral— u horizontal, de acuerdo con sus preferencias. Cerca de tres bebés nacen cada mes en Nueva Fuerabamba.
“Estamos en un lugar como si fuera [la] ciudad, una urbanización… [Ello nos motiva a] ser mucho mejores de lo que éramos antes”, dice Juan Carlos Huamaní, ciudadano de Nueva Fuerabamba. Junto con su esposa, Carmen Roque, es propietario de la bodega Azucena, uno de los establecimientos pioneros de esta urbanización. También dirige una empresa de transporte de personal. Su hija de seis años se le acerca y dice: “Donde vivíamos antes era puro barro. No me gustaba”. Ahora es una niña feliz. Ya no se va la luz eléctrica y, en palabras de ella, “ya no va a caer agua como ducha”. Una vez, en su anterior vivienda, cayó una fuerte granizada y la casa se llenó de agua. Tuvieron que sacar el granizo con palas. Hoy, su hogar cuenta con agua caliente, y en las calles, “todos limpiecitos caminan”, como comenta entre risas su madre.
Actualmente, los relacionistas de Las Bambas asesoran a Juan Carlos y Carmen, al igual que a sus vecinos, en temas personales (que incluyen, por ejemplo, consejos de limpieza, convivencia y urbanidad) y de planeamiento financiero. “Yo me siento cómoda”, afirma Carmen. “Vine con la idea de buscar una mejoría para mis hijitos porque allá [en el anterior pueblo] también era un poco incómodo”.
Tiene lógica. Entre varias otras mejoras, Nueva Fuerabamba cuenta con un buen colegio al que asisten sus dos hijos.
“La vida nos ha dado una gran oportunidad que debemos aprovechar y [por la que debemos] decir gracias”, concluye.
Natividad Paniura Alccahua entre quinua, rabanitos y otras especies vegetales, en el huerto de su casa en Nueva Fuerabamba.
Marcelo Bastos, vicepresidente ejecutivo de Operaciones de MMG, cuenta que una mujer de la región le dijo alguna vez que, en la antigua comunidad de Fuerabamba, cuando llovía, “llovía afuera y llovía adentro… los niños jugaban en el lodo”.
En Nueva Fuerabamba, en cambio, los niños no se encuentran ya en situación de riesgo. El reasentamiento de la comunidad de Fuerabamba, de un pueblo en condiciones precarias a una urbanización con todos los servicios básicos, es “un hecho relevante en la historia de la minería peruana”, señala Gustavo Gomes, presidente de Las Bambas.
El proceso comenzó en el año 2005, y por su complejidad, tuvo numerosas propuestas y contrapropuestas. Treinta y seis talleres y diversas asambleas fueron dando paso a una iniciativa conjunta, en la que la empresa se comprometió a poner en marcha proyectos de desarrollo en la nueva urbanización, además de compensar a los fuerabambinos por el reasentamiento. Ellos mismos escogieron los modelos de sus viviendas.
En 2013, se comenzó a trasladar el ganado al fundo Yavi Yavi, en el distrito de Colquemarca (provincia de Chumbivilcas, en la vecina Región Cusco), donde Las Bambas asesora a los fuerabambinos en el mejoramiento genético de sus animales.
El acuerdo de reasentamiento incluyó la construcción de 441 viviendas antisísmicas para el mismo número de familias, además de vías de acceso, áreas verdes y un asilo de ancianos, entre otras muchas obras de infraestructura.
Allí, el alcoholismo y la violencia familiar, problemas que aquejaban a la comunidad, se han reducido de manera notable, y la calidad de vida ha mejorado.
Hacia finales de 2015, el PREB se desarrollaba en 19 lugares de la zona, entre comunidades, barrios y anexos, y beneficiaba a más de 3.000 niños y adolescentes.
Un animado grupo de niños cotabambinos delante del local del PREB de Choquecca, en el distrito de Tambobamba.